Cuando la epilepsia entra en casa, va de la mano de su inseparable compañera de viaje, la medicación. Al principio cuesta un poco coger el hábito y acostumbrarse a esa nueva actividad vital que hay que incorporar a nuestro horario diario. Pero transcurridos los primeros meses, se convierte en una rutina más.

Aún así, aquí os relaciono unos cuantos tips que a mi me han ayudado mucho.

  1. Poned alarmas a las horas de la toma de cada dosis. Llega un momento en que ya no las necesitas, porque las tienes muy integradas en tu vida, pero al principio es básico.
  2. Usad pastilleros. Encontraréis de diferentes formas, tamaños y colores, de una semana, de dos, incluso de un mes. A mi me ayudaron mucho para tener controladas las cantidades de cada fármaco y lo más importante, para tener claro que cada dosis es tomada cuando toca. Creedme, a veces dudas de si se ha tomado la medicación o no. De esta manera, sólo hay que mirar el pastillero para comprobarlo. 
  3. Preguntad a vuestro neurólogo para que os detalle con la máxima precisión los posibles efectos secundarios. La medicación se introduce poco a poco para minimizarlos, pero aún así pueden surgir y a veces provocar un cambio de medicación. 
  4. Si después de haber tomado la medicación, vomitan durante la media hora siguiente, hay que repetir la dosis. Transcurrido este tiempo, ya no es necesario, pues se supone que los fármacos han llegado al torrente sanguíneo. No obstante, confirmad esta información con vuestro neurólogo. Esta es la pauta que nos dio el nuestro.
  5. No os obsesionéis con las horas exactas de cada toma. No tenemos entre manos un antibiótico. Los antiepilépticos son unos fármacos que, si bien, deben permanecer en el torrente sanguíneo de manera constante, la toma no va de una hora arriba o abajo. No hay que ser tan estrictos y no despertar a nuestros hijos por la mañana, por ejemplo, si podemos dejarles dormir una horita más. De todas formas, de nuevo confirmad esta información con vuestro neurólogo. 
  6. Si se quedan a dormir fuera de casa, es indiferente si en casa de abuelos, tíos o amigos, no os de miedo ser pesados y llamar y avisar que les toca tomar la medicación. Por muy buena intención que le pongan, no es una actividad que tengan integrada en su día a día y cualquier distracción puede provocar que olviden dársela. Os lo digo por experiencia!
  7. Y por último, y por mucho que nos cueste, tenemos que obligar a nuestros hijos a que se responsabilicen cuanto antes de su medicación. Que se pongan sus alarmas y aunque nosotros, padres y madres, estemos controlando que no se les pase una toma, tienen que ser ellos los que integren enseguida esta compañera, la medicación, que probablemente, les acompañará de por vida.

Teresa