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Leer másDurante todo el año, miles de personas de cualquier parte del mundo preparan su mochila, llegan a algún punto y empiezan a caminar. Y ahí empieza el viaje. Hacia adentro y hacia afuera.
Encuentros, despedidas, dificultades y muchas emociones, hacen que el camino sea símbolo de la vida misma y de todos los retos con los que nos enfrentamos cada día.
En este artículo os compartimos la experiencia de Cristina, mamá de Carlota y socia de Mar de Somnis, y la iniciativa de Guerreros Púrpura, que está recaudando fondos para que Javier, Asier, Lara y Ángel cumplan el sueño de hacer el camino.
Si ya en sí mismo el camino representa un reto, para estos chicos y chicas que conviven diariamente con afectaciones neurológicas, lo es aún más.
Os dejamos este video para conocer de cerca a los protagonistas de esta historia y os invitamos a colaborar a través de este link.
Conoce a los Guerreros Púrpura
¡Desde Mar de Somnis os deseamos un buen camino!
«El camino nace como una meta y es una meta en sí mismo». Así es como yo lo siento.
Te llenas de polvo como en la vida llenas el corazón de envidia, rencor, odio y de muchos otros malos sentimientos hacia uno mismo y hacia los demás, sin embargo, aprendes a sacudirlos.
Los sacudes gracias a los valores que te acompañan. Son valores que están en tu vida, que siempre han estado y que en el Camino surgen como pilares de tu destino.
De repente renace la humildad, el desafío, la hermandad, el aprendizaje y sobre todo la generosidad.
Aprendemos a ser pequeños, nos aceptamos como somos, ponemos nuestras cualidades al servicio de los demás, reconocemos nuestros defectos e intentamos superarlos.
Tenemos el desafío de enfrentarnos a una cruda tarea que no es fácil. Hay momentos en los que te puede la fatiga, el cansancio, el aburrimiento, pero siempre hay alguien que te anima y que te espera. Es la generosidad que das y que recibes. Compartimos pensamiento y pan, las dos cosas hacen que el significado de la palabra amigo adquiera un sentido especial.
El Camino nos da y nos quita cosas, nos quita lo que no necesitamos y nos da la libertad de ser nosotros mismos.
Cuando acabas el Camino el corazón es una mezcla de emociones difíciles de nombrar y más aún de explicar, que llegan a tu ser solo por el hecho de estar allí, rodeada de gente que ha hecho lo mismo que tú. Cada cual con su mochila, llena de motivos y de promesas cumplidas o por cumplir.
Lloras de alegría y tristeza por haber llegado, por todo lo vivido y por todo lo compartido.
Encontrar el Camino en nosotros mismos nos ayuda a descubrir lo que de verdad podemos hacer y quienes somos en realidad.
¡Buen Camino!
Cristina
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